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volverMari Chordà… y muchas otras cosas
MACBA, Museu d’Art Contemporani de BarcelonaImagen: Mari Chordà, Líquids, 1966 28 x 40 cm. Cera sobre tauler. Colección MACBA. Fundación MACBA. Obra adquirida gracias a Fundación Banc Sabadell © Mari Chordà, VEGAP, Barcelona Foto: FotoGasull
Del 5 de julio de 2024 al 12 de enero de 2025
Mari Chordà (Amposta, 1942) utiliza la imagen, el lenguaje o la acción social como material de su obra y como parte inseparable de su vida. La artista, la escritora y poeta o la activista forman un vínculo indisociable que sustenta una actitud y unas convicciones que determinan el eje vertebral de su trabajo y de su biografía. Se mueve en un presente continuo, en el que todo lo que hace es una experiencia simultánea, inherente. Observadora activa y atenta de la realidad que le rodea, necesita tomar parte de ella, agitar y subvertir lo que ve, desde unos principios determinados por el feminismo: surgidos como respuesta al contexto asfixiante del franquismo, pero mantenidos en el tiempo ante una sociedad que todavía debe cambiar muchos de sus valores y que debe restituir la visibilidad y el reconocimiento del trabajo de las mujeres.
Fundó Lo Llar en Amposta, un espacio que durante dos años fue un centro de activación cultural donde promover conciertos, exposiciones y otras actividades. A partir de su traslado a Barcelona, creó con un grupo de mujeres laSal, un bar-biblioteca pensado como espacio para hablar, para tener apoyo y asesoramiento, que derivaría en laSal, edicions de les dones, una editorial de literatura y ensayo de mujeres. laSal era un lugar donde pasárselo bien: “Nos dedicábamos a generar palabra, a generar música y, sobre todo, placer […]. El placer es muy subversivo.”1 Y es que todo lo que hace Mari está atravesado por la necesidad de disfrutar, por el juego, que no deslegitima la necesidad de luchar contra la situación de las mujeres, sino que la consolida. La reivindicación del placer está muy presente como necesidad y como herramienta para ver el mundo y, sobre todo, para estar, para romper con lo establecido que relegaba las mujeres a la pasividad o a la negación. El juego también se plasma en sus esculturas basadas en la interacción y movilidad, que surgen a partir de la primera que realizó como juguete para su hija.
Pionera de su generación en expresar la sexualidad femenina libre, en hablar del placer, de la maternidad y de relaciones lésbicas en su pintura y su poesía. En 1964, mientras aún estudiaba en una anacrónica Facultad de Bellas Artes en Barcelona, pinta su primera Vagina: “imaginaba el cuerpo femenino por dentro, con algo de recordatorio de sus formas, pero era un figurativo nada realista”.2 Pinta los fluidos del cuerpo, las secreciones, los órganos sexuales o los coitos no desde la abyección, sino con formas y colores atractivos muy próximos a la sensibilidad visual del pop o la psicodelia, reclamando un erotismo completo.
Su obra es un NO constante a las imposiciones, desde el disfrute con plenitud. Reivindica la cultura y el territorio, la vinculación a sus raíces, que reclama como una forma de ir hacia adelante y avanzar. Reivindica promover la investigación como herramienta para dar visibilidad a las mujeres. No quiere construir una memoria, sino que desea ser una herramienta de cambio de la memoria construida y de la mirada de presente y de futuro. Mari Chordà no puede dejar de denunciar aquello con lo que no está de acuerdo, como ha hecho en diversas ocasiones públicamente. Pintar, escribir, actuar o posicionarse son formas de restitución de ese presente continuo que proclamaba Gertrude Stein y que sostiene el compromiso político de Mari Chordà.
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